El sombrero de tres picos es un ballet del compositor español Manuel de Falla y coreografía de Léonide Massinebasado en la novela homónima del escritor decimonónico Pedro Antonio de Alarcón. Se estrenó el 22 de julio de 1919 en el Alhambra Theatre de Londres bajo la batuta de Ernest Ansermet y decorados y figurines de Pablo Picasso.
Los intérpretes principales fueron el propio Léonide Massine como el molinero (cuya intervención estelar será la interpretación de la farruca) y Tamara Karsávina en el papel de la molinera.
La jota final es uno de los números más conocidos de la obra, ejemplo de estilización del folclore tanto en el baile (en el que todavía prevalece coreográficamente el elemento ruso) como en la música del maestro Falla.
Goyescas, subtitulada Los majos enamorados (Los galanes enamorados) es una suite para piano de Enrique Granados, compuesta en 1911 y considerada la obra maestra del compositor. Su nombre hace referencia a la obra del pintor Francisco de Goya, de quien Granados era un gran admirador. Sin embargo, no existe una correspondencia exacta entre cada una de las piezas y un cuadro del pintor en particular; más bien la obra trata de describir una atmósfera, y no de hacer una descripción musical de unas escenas concretas.
La obra consta de dos cuadernos y seis piezas que en conjunto tienen una duración de alrededor de una hora. Granados empezó la composición en 1909. El mismo compositor estrenó el primer cuaderno en el Palacio de la Música Catalana de Barcelona el 11 de marzo de 1911.1 El segundo cuaderno vio la luz en diciembre de 1911, y fue estrenado en la Sala Pleyel de París el 4 de abril de 1914.2
Granados compuso una séptima pieza, El pelele (subtitulada Escena goyesca), que sí tiene correspondencia exacta con un cuadro del pintor, la cual nunca fue añadida al conjunto inicial, a pesar de que habitualmente se interpreta unida a Goyescas. El mismo Granados la estrenó en el Teatro Principal de Tarrasa el 29 de marzo de 1914.
La suite para piano Iberia, escrita por Isaac Albéniz, fue compuesta entre 1905 y 1909 (fecha de la muerte del compositor), y es quizás la más importante obra de la literatura pianística española, así como una de las cimas de la música para piano de todos los tiempos. De ella dijo Olivier Messiaen: “es la maravilla del piano, ocupa quizá el más alto puesto entre las más brillantes muestras del instrumento rey por excelencia”. No debe confundirse con la Suite española Op. 47, también de Albéniz.

